OSCARS 2020 - EL IRLANDÉS (Martin Scorsese)


Martin Scorsese (Taxi Driver, El lobo de Wall Street) volvía a la contienda con, casi con toda seguridad, la película que más suspicacias ha levantado. En el momento de su estreno en Netflix allá por el 15 de noviembre del año pasado, llegaba como el nombre que más resonaba ante la inminente temporada de premios que en breve comenzaba. Sin embargo, pese a parecer la gran favorita y la cinta con la que esta vez sí (tras lo de Roma siendo desbancada el año pasado por Green Book) el gigante rojo iba a lograr a tocar el oro en los Oscars, el film se ha hundido por su propio peso pese a los esfuerzos y la campaña de Netflix. Hoy está, pero no se la espera.

Distintas polémicas han surgido en todo este trayecto. Película de Netflix con estreno en salas limitado (que parte de crítica y público no acaba de ver con buenos ojos), con una duración de 3 horas y media (controvertida en un contexto en el que las series cada vez ganan más peso y donde cada vez es menos apetecible acercarse a propuestas de este volumen) y donde se ha gastado una ingente suma de dinero en rejuvenecer digitalmente a varios de los protagonistas, entre otras circunstancias. A algunas de ellas el propio Scorsese respondía. No tenía otra opción que no fuese Netflix, era el único que se mostraba dispuesto a financiar la película que quería hacer (180 millones de dólares). Por otro lado, lo gastado en lifting digital tenía sentido. Según él mismo nadie podría reemplazar a los actores originales en momentos diferentes de la vida de los personajes.

Pero en lo que estrictamente corresponde a la cinta, ¿merece la pena El Irlandés? Sí. Y otra algo más difícil: ¿Merecen la pena las 3 horas y media? Pues también. Lo que hace Scorsese es narrar una historia real de forma perfectamente sólida. 210 minutos que se dividen en ciertos instantes en subtramas donde se intercalan personajes en la vida del hilo conductor. Un personaje conector que es, precisamente, el centro de la historia que se quiere desarrollar. Y se va observando a Frank Sheeran (interpretado por un buen Robert De Niro) en distintas etapas de su vida, recorriendo el ascenso dentro del organigrama de la mafia que pasa por el personaje. Quizá desde el principio ya quede claro cómo va a acabar la historia, pero si Scorsese algo quiere transmitir con su duración y ejecución es que la importancia reside en la trama que quiere exponer. Desde el principio fue eso. La película que él quería hacer y la historia que él quería contar.

Y la compañía elegida para la travesía son unos geniales Al Pacino y Joe Pesci (especialmente este segundo). Ambos tienen una gran cantidad de minutos en pantalla, y los conflictos inherentes a ellos son los que sustentan los cimientos para los momentos más destacables. Revestido todo ello con unos secundarios que gozan de buen trato y donde hay que destacar el rostro de Jesse Plemons, cuyas apariciones en Breaking Bad y la película El Camino: A Breaking Bad story dejan entrever el buen futuro que se le augura.

Todo ello unido por un Martin Scorsese que se quita a sí mismo la importancia mediante una dirección que potencia lo que ocurren en pantalla precisamente pasando desapercibido. No tira de artificios, no busca el artilugio o la peripecia técnica. Simplemente se centra en poner a disposición su dirección en favor de lo que pasa delante de la cámara. Una travesía larga pero disfrutable. La duración se siente tal y como es, no se hace más corta pero tampoco pesada, salvo quizá en el cierto tramo central donde la presentación de nuevos personajes a ritmo elevado puede generar cierto desconcierto y fatiga en el visionado.

Scorsese narra la historia que quería narrar. Cierra su ciclo así con "los que pintan casas" tras grandes obras que creara en su momento, como Casino o Goodfellas. Si algo queda claro, es que su cine ha sido, es, y seguirá siendo un acontecimiento en sí mismo.

En cuestión de premios, The Irishman llega con 10 nominaciones a los Oscar (tan solo una por debajo de Joker, la más nominada). Y podrían haber sido más si la actuación de Robert De Niro con unos ojos azules que realmente desentonaban (que se quedó fuera con justicia) hubiese sido tenida más en cuenta. En la terna del Oscar a Mejor Película está claramente por detrás de 1917, Parasite y Érase una vez en... Hollywood (y quizá de alguna más). En la categoría de actor secundario, donde cuenta con dos nominados, se ve claramente perjudicada por el favoritismo incontestable de Brad Pitt gracias a la película de Quentin Tarantino. El caso es que pese al buen puñado de nominaciones, existe la posibilidad de que se vaya de vacío. Y es que en ninguna categoria parece partir como favorito. Habrá que ver si los Oscars no dan la espalda a Netflix y se acuerdan de una de las cintas que más conversación ha generado esta temporada.


Post realizado por Diego Senso.

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